domingo, 5 de octubre de 2008

Promoción y venta de desaladoras inexistentes.


El Gobierno gasta dos millones en campañas de promoción de agua desalada
ÁNGEL COLLADO MADRID.- ABC.- Domingo, 05-10-08

Cuatro años después de derogar los trasvases previstos en el Plan Hidrológico Nacional y ofrecer a las regiones más perjudicadas -en especial la Comunidad Valenciana, Murcia y Andalucía- un total de 22 plantas desaladoras para paliar los efectos de la sequía en los planes de mantenimiento o desarrollo económico de esas zonas, el Gobierno de Rodríguez Zapatero sigue sin construir lo prometido, pero empeñado en convencer a los afectados, a base de propaganda, de las bondades del agua desalada.
Sólo en el mes pasado destinó dos millones de euros -exactamente 2.053.452 euros- a tres «campañas de promoción de las actuaciones contempladas en el programa A.G.U.A.».
El Boletín Oficial del Estado dejó constancia el pasado 4 de septiembre de tres acuerdos de la sociedad estatal Aguas de las Cuentas Mediterráneas, dependiente del Ministerio de Medio Ambiente, para la adjudicación de varios contratos millonarios para las desaladoras.
Buena parte de ellos, para agilizar las obras más retrasadas en la Costa del Sol y Barcelona, pero también para publicidad y propaganda de los planes y «actuaciones» del Gobierno en la materia.
Para la cuenca andaluza se contrata un «servicio de embotellado y distribución de botellas de agua desalada» por un valor de 1.386.200 euros, al que se añade el consiguiente servicio para una «campaña de promoción» por valor de medio millón de euros, exactamente 521.781 euros, adjudicada por concurso a la empresa «Plataforma de Publicidad».
Pese a la recesión y a que sólo han entrado en funcionamiento 3 de las 22 plantas prometidas por Zapatero, Medio Ambiente riega de publicidad Murcia, Alicante y AlmeríaA la región de Murcia le llegan otros 512.031 euros con el exclusivo propósito de «promoción de actuaciones» y el contratista de dicha adjudicación es la empresa «Portavoz Comunicaciones Integrales. Sociedad Limitada», conocida agencia de publicidad de la zona.
A la Comunidad Valenciana están destinados la mitad de los fondos que Medio Ambiente dedicó a fomentar la imagen imagen de sus iniciativas. Por 1.019.640 euros, «EnsumaCongresos» se ocupará de la promoción del agua desalada en la zona.
El mes pasado, el grueso de las adjudicaciones de Aguas de las Cuencas Mediterráneas fueron para obras en la Llosa del Cavall (Cataluña) y a la redacción y ejecución de obras correspondientes a la desaladora prometida para la Costa del Sol (61 millones de euros).
De las cinco desaladoras que actualmente están en funcionamiento -San Pedro I y II, Alicante I y II y Valdelentisco-, dos fueron construidas con el PP en el poder y sólo tres se han levantado después pese a que la promesa de Rodríguez Zapatero era levantar 22 en total como alternativa a los trasvases derogados nada más llegar al Gobierno.
La liquidación del Plan Hidrológico pasó factura electoral al PSOE en las regiones afectadas, pero sobre todo ha colocado en una situación muy difícil al sector agrícola en las cuencas de la zona. En la del Segura han visto recortado el trasvase del Tajo y el agua desalada no se ha puesto en servicio para el regadío.
Botellines en las playas
El Partido Popular acusa a Medio Ambiente de llevar gastados más de tres millones de euros «en repartir botellines de agua desalada por las playas» mientras el Ebro vierte miles de hectómetros cúbicos al año, más de siete mil en el último año hidrológico, cuando según sus cálculos con 450 se habría podido atender a la escasez de la cuenca del Segura.
La alternativa de las desaladoras para compensar la renuncia a los trasvases se ha encontrado en el último año con el problema añadido de la subida del precio del petróleo y sus derivados, que dispara el coste del agua desalada. Además, las enormes plantas elevarán la contaminación por CO2, dificultando el cumplimiento los compromisos internacionales en la materia.
Para España, una «isla energética», desalar el agua es mucho más caro que para los países árabes, que se ven obligados a recurrir a «producirla» porque carecen prácticamente de ríos y acuíferos.

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