viernes, 28 de noviembre de 2008

En defensa de España (notas de un libro de Santiago Abascal y Gustavo Bueno)


En el presente España, como nación soberana, está amenazada desde diversos frentes. En efecto, hacia ella dirigen sus acciones determinados grupos políticos (o parapolíticos) cuyo propósito es el de causar daño a España (en su singularidad política) con el fin último de acabar con su existencia (globalmente considerada).
(...) la amenaza realizada por esos grupos no se dirige (o no sólo) contra aspectos institucionales, desarrollados en el seno de la nación española (contra el rey o la monarquía, contra el gobierno, contra los empresarios, contra el ejército o la policía, contra la fiesta nacional, etc.), sino que las amenazas se dirigen contra España, contra su existencia como nación política y en tanto que tal (así, por ejemplo, la "fiesta nacional" es atacada muchas veces, no por lo que tiene de espectáculo cruel, sino por lo que tiene de nacional; incluso diríamos que es atacada al contemplar en ella el alineamiento perfecto entre la crueldad y lo español). España, para estos grupos, representa en fin un mal con el que hay que acabar, siendo así que tales grupos manifiestan explícitamente su animadversión contra la esencia de España, sea como fuere que la definan, y anuncian de múltiples maneras su pretensión de acabar con su existencia.

Amenazas formales y amenazas materiales
Por eso, hay que distinguir entre las amenazas que recaen sobre España por lo que ésta representa en los programas de esos grupos –hablaríamos así de amenazas formales– de aquellas otras amenazas –digamos materiales– que le puedan sobrevenir (...) como sociedad política o antropológica en general (...) Por ejemplo, no es lo mismo la amenaza que pueda representar para España el calentamiento global que la amenaza que representa el yihadismo (por más que José Luis Rodríguez Zapatero haya alguna vez sugerido, sin tener en cuenta esta distinción, que aquella amenaza es más grave que ésta porque produce más víctimas anuales). Mientras que la amenaza del calentamiento global no está dirigida contra España por lo que ésta singularmente representa (de hecho ni siquiera se puede hablar de amenaza en sentido propio, sino más bien análogo, pues la naturaleza no es un sujeto que profiera propósito de amenaza alguno), sí se dirige explícitamente como amenaza contra España el yihadismo: grupos yihadistas han anunciado, en reiteradas ocasiones, dirigir sus acciones contra España con el propósito de acabar con su existencia al representar ésta la "tragedia de al-Andalus". Igualmente, la gripe aviar o la enfermedad de las vacas locas pueden representar una amenaza para España, pero serían amenazas materiales, distintas de la que representaría la amenaza de un ataque con ántrax por parte de un grupo terrorista.

Amenazar la esencia de España (o de algún atributo suyo) no tiene por qué suponer amenazar su existencia
(...) entre las amenazas dirigidas contra España hay que distinguir entre aquellas que van dirigidas contra su esencia de aquellas que van dirigidas contra su existencia, pues dirigir amenazas contra la esencia de España, según ésta se conciba, no tiene por qué suponer amenazar su existencia. Así, por ejemplo, se puede amenazar a España, desde el comunismo, por ser (esencialmente) un país capitalista (un "estado burgués"), pero ello no implica amenazar su existencia; al contrario, se pretende, desde esa amenaza, salvar la existencia de España por entender que el capitalismo terminaría por arruinar su existencia. La amenaza iría dirigida contra el capitalismo en España, pero no contra España en sí, cuya unidad se trataría de salvaguardar para convertirla, vía revolucionaria ("dictadura del proletariado"), en un "estado socialista" (otra cosa es que lo que termine siendo ruinoso sea el comunismo).
Distinto sería el sentido de las amenazas si éstas vinieran dirigidas desde el anarquismo, pues éstas estarían motivadas por la esencia estatal de España (por ser España un estado, entre otros), y por tanto aquí sí amenazar su esencia supondría también amenazar su existencia como sociedad política (y es que amenazar a España en tanto que sociedad política es amenazarla formalmente en su existencia).

La amenaza contra España también supone la amenaza contra sus partes, pero no al revés
En ese sentido, las amenazas dirigidas contra la existencia de España se dirigen también contra sus partes (es imposible amenazar al todo sin amenazar a sus partes regionales, municipales, personales, etc.), lo cual no quiere decir que por amenazar a las partes ello suponga amenazar también a España. Es más, a veces las amenazas que se pueden dirigir contra las partes buscan, precisamente, el bien –y no el mal– del todo, en este caso, de España. Por ejemplo, a veces las amenazas dirigidas contra un gobierno buscan el bien de la nación y no su ruina (¡Abajo el gobierno, viva la Nación; "¡Para que viva la Nación, debe morir Luis XVI!", que dijo Robespierre). Sin embargo, si se amenaza a un gobierno o al rey o a cualquier otro ciudadano porque representa a la nación, entonces la amenaza involucra a todas las partes de la nación, y no sólo al gobierno o al rey (aunque sólo sea éste el que éste explícitamente amenazado). Durante el franquismo la lucha antifranquista mantuvo cierta ambigüedad mientras el régimen permanecía (ambigüedad que se aclaró durante la transición), porque mientras que parte del antifranquismo procuraba el bien de España con el intento de liquidación del régimen, otra parte, confundiendo al régimen franquista con España (y, en ese sentido, tragándose la propia propaganda franquista), procuraba terminar con España atacando al régimen franquista (el magnicidio etarra contra Carrero Blanco en 1973, del que muchos se alegraron neciamente, iba, naturalmente, en esta dirección).
Del mismo modo, las amenazas dirigidas recientemente contra el Rey, por parte del republicanismo catalanista, buscan terminar con la existencia de España, y no sólo contra la monarquía en España.
(...)

España, amenazada formal y explícitamente en su existencia
(...) si acaso es discutible que España esté en peligro, lo que no se puede discutir de ningún modo es que España está formalmente amenazada en su soberanía por determinados grupos políticos y parapolíticos. Y es que mientras que estar en peligro es un concepto relativo (dependiente de la diferencia de potencial entre los grupos), el concepto de amenaza es absoluto (independiente de esa relación de potencial), pues la amenaza ya está presente (no ya tanto su solvencia) en cuento que es declarada por el grupo que amenaza (y ello al margen de que el grupo amenazado crea estarlo o no). (...)

El secesionismo, amenaza formal y explícita.
Sin duda España está amenazada en su existencia por grupos secesionistas.
Todo grupo (partido, sindicato, etc.) nacionalista fraccionario, desde el Partido Nacionalista Vasco hasta Andecha Astur, defiende la idea de la disolución de España (la propia negación de su existencia es ya, de hecho, una amenaza para la misma), en cuanto que defienden la constitución nacional de lo que no son sino partes de la Nación español. Una nación, la española, cuya existencia, desde tales grupos, o es negada sin más, o es concebida como una superestructura política imperial residual con la que definitivamente hay que acabar.
Así, estos grupos, si bien no amenazan directamente la soberanía española (y es que ni siquiera la reconocen como existente), sí representan una amenaza indirecta (no por ello menos grave, quizá más), al buscar, y a ello dirigen su actividad política, que una parte de la nación española pase a ser reconocida como un todo nacional, lo que directamente implicaría, si este fin se consuma, la fragmentación y ruina de la nación española. El solo no-reconocimiento de la soberanía nacional española (...) pone ya en marcha tales fines, promovidos en el seno de dichos grupos.
La mera existencia de estos grupos, en definitiva, representa ya una amenaza formal para la nación española.
Este texto es un extracto editado del libro de SANTIAGO ABASCAL y GUSTAVO BUENO EN DEFENSA DE ESPAÑA. RAZONES PARA EL PATRIOTISMO ESPAÑOL, que acaba de publicar la editorial Encuentro

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