sábado, 1 de noviembre de 2008

Frenazo hasta agotar la pista


La palabra susto es la que suele rodear estos casos, pero parece poco al lado de lo que podría haber sucedido.
Basta con ver la foto que acompaña esta crónica para darse cuenta de lo cerca que estuvieron de vivir una nueva tragedia aérea los 74 pasajeros y seis tripulantes de un vuelo de Air Europa procedente de Glasgow (Escocia) que aterrizó ayer en los últimos centímetros de asfalto de una de las pistas del aeropuerto de Lanzarote, al lado de la playa, sin que se registrasen heridos.
«Lo que más nos asustó fue ver cómo en las alas y en el avión en general se notaba el esfuerzo por frenar la marcha», dijo uno de los pasajeros, de origen británico, al llegar por fin a Guacimeta, tras bajar del avión, un Boeing B-737, por las escalerillas y sin ningún otro contratiempo añadido, según informó la compañía aérea, que destacó que no se utilizaron las rampas de seguridad.
El avión procedente de Glasgow -una nave con matrícula EC-HJQ, que cubría el vuelo AEA 196 hacia esta isla canaria prestando servicio de chárter a Thomas Cook- tocó tierra a las 7.23 de la mañana, en una pista «mojada por la lluvia», según insistió la compañía aérea, que calificó de «aterrizaje largo» a la maniobra.
El sindicato de pilotos Sepla advirtió horas después que la tripulación del vuelo había empezado su actividad a las 20.40 del jueves, es decir, más de diez horas y media antes del hecho. En un comunicado, lamentó la situación de «indefensión» ante la que se encuentran los pilotos de Air Europa, ya que «a pesar de ser los últimos responsables legales del vuelo, ni las compañías ni la Dirección General de Aviación Civil definen con la suficiente claridad cuál es la interpretación de la normativa de trabajo y descanso».
Comentarios y especulaciones
En el aeropuerto lanzaroteño todo eran comentarios y especulaciones. Jonathan Barkley, un ciudadano neozelandés que había ido a buscar a su socio a Guacimeta, dijo que este «llegó con el corazón en la mano» y sin ganas de volver a subir a otro avión por mucho tiempo: «Por más que digan que es un medio más seguro que los coches, todos recordamos lo sucedido en Barajas». El testimonio cobra sentido especial en un día como el de ayer, en que en Las Palmas de Gran Canaria se presentó en público la Asociación de afectados del vuelo JK5022 de Spanair, que causó 154 víctimas mortales el 20 de agosto pasado en Madrid, al intentar despegar hacia Gran Canaria.
Nora McNair, una pasajera de 80 años de las islas Órcadas, relató a la filial escocesa de la BBC que «el aterrizaje había comenzado bien», pero que después llegaron las complicaciones: «Comenzó a mecerse hacia uno y otro lado, hasta que de golpe se frenó, a sólo unas pulgadas de la valla y el mar». Las ruedas, según dijo, «echaban mucho humo» tras el aterrizaje.
En Guacimeta, varias voces coincidieron en decir que el Boeing se había «comido la pista», algo que podría haber ocurrido por tocar tierra en la mitad de la pista y no en la cabecera o por no haber puesto el aerofreno. Según testigos, en el momento del aterrizaje no parecía haber tanta agua como para que sufriese un «aquaplanning». Un piloto experimentado recurrió a una frase del argot aéreo para dar por finalizada la conversación: «Un buen aterrizaje es cuando el avión queda en tierra; uno excelente es cuando el avión se puede volver a utilizar». Ricardo Padrón, Abc, 1-XI-2008.

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